martes, 14 de octubre de 2008

Whisky, sí; cliente, no

spaez@uhora.com.py
A veces, suponemos que pocas cosas aún pueden asombrarnos en la vida; pero ahí aparece la capacidad compatriota para tumbarnos de espaldas nuevamente.
Días atrás, realizaba compras en el Superseis Total, de Sajonia. En cuanto terminé y formé la fila para pagar, me fijé extrañada en la cantidad y tamaño de dispositivos antirrobo que resguardaban a cada uno de los whiskeys. Me pregunté cómo haría una persona para lograr robar semejante cosa de ese tamaño, pero en fin: uno juzga por sí. Con un suspiro de paciencia seguí en la espera entre muchísima gente. Miré nuevamente las botellas, y recordé que podría llevar vino. Como cinco pasos a lado, y 25 segundos después, luego de elegir uno, vuelvo a tocar mi carrito.
Se me apoderó una fría y pasmosa incredulidad al notar que en esos segundos, me habían robado la cartera.
La gente de alrededor, también pasmada, llamó al guardia. Mucho después, llegó uno de los tres que tienen a su cargo todo el local. ¿Para qué? Claro, para preguntarme:
¿Le robaron su cartera? Ya sin mucha paciencia, le pedí hablar con el gerente, y llegó el sub. Con él, toda la tolerancia llegó a su fin: “¿Le robaron?, eh, siempre pasa. Así ayer también a una señora… ”
Me llenó de indignación saber que la empresa era conciente de que existían ladrones dentro mismo de su propio supermercado, pero que jamás fueron capaces de advertir a sus clientes cuidado con los mismos. Más aún, cuando solicité ver las cámaras de seguridad, y la respuesta fue insultante: “No tenemos cámaras, ni una”.
El mínimo sentido de consideración hacia la gente, les llevó a forrar cada botella que pudieron con costosos aparatos antirrobo, cada desodorante, cualquier media; pero jamás les importó la vida de sus clientes. Sepa entonces, y que le quede bien claro: En ese supermercado un whiskey vale más que usted.
Un día antes, otro colega y otras personas más, se sumaron a la lista de víctimas del mismo supermercado. La respuesta para ellos, también fue la misma: el desentendimiento absoluto. ¿Reparación, indemnización, al menos disculpas? Jamás. Total, se les saqueó a los clientes, no a ellos. Por falta absoluta de ética, ni un solo cartel advierte del peligro que comprobadamente, se repite en el local. Esto, lleva a pensar en la posible complicidad del propio sitio.
La Municipalidad, la Fiscalía, y la Dirección General de Defensa al Consumidor, deberían intervenir todos los locales que concientemente, expongan a sus clientes al peligro. Pero también, la gente debería empezar a defenderse sola, golpeando la salvaje indiferencia comercial donde más le duele: en el bolsillo.
No compre en supermercados que arriesgan su vida. A ellos, les importa más una botella.

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