Por Cristian Nielsen
René González |
Ya que nadie protesta, lo hago aquí, ahora y en este espacio, que trataré sea lo más sintético posible.
Escuché la “proclama” leída hoy jueves 22 de marzo en no sé que juicio por un pomposamente anunciado “miembro” del fantasmagórico EPP. Este ser estaba sentado ante un tribunal, juzgado por supuesta participación en un secuestro y enfocado por cámaras, micrófonos y seguido con atención por jueces, fiscales, abogados y periodistas. Parece que en algún momento, el hombre pidió –y le fue concedida- la gracia de leer una especie de “proclama revolucionaria” abundante en anatemas contra la burguesía expoliadora, la patria sojera, el congreso vendido… etc... ya se sabe... la gris y polvorienta agenda de los comunistas que se desvanece en la nada.
¡Mierda! Nadie tuvo piedad de este pobre semi analfabeto balbuciente. Lo dejaron farfullar su triste “lectura” de un panfleto que le habrá puesto entre las manos algún sádico e impiadoso manipulador, indiferente al cruel ridículo al que condenaba a su inconsciente marioneta.
Todo hubiera acabado en un deprimente espectáculo de debilidad mental si no fuera por la completa ausencia del sentido del ridículo demostrada, minutos después, por jueces y fiscales que hicieron cola para declarar que, palabras mas o menos, "estas amenazas de los guerrilleros no nos hará temblar la mano a la hora de"…. etc.etc. Y estúpidas grandilocuencias por el estilo.
No puedo menos que pensar en el desgraciado destino que sufrimos como nación. Tan desgraciado… que ni siquiera nos merecemos unos guerrilleros como la gente. Uruguay tuvo en su momento a un Eleuterio Fernandez, un Jorge Manera, un Pepe Mujica. Argentina un Roberto Mario Santucho, un Enrique Gorriarán Merlo, un Benito Jorge Urteaga. Perú a Abimael Guzman, Colombia a Manuel Marulanda y Nicaragua al Comandante Cero… gente a la que se podía perseguir con todo derecho hasta su exterminio pero a la que, por lo menos, se debía respetar en su intelectualidad.
Los japoneses, creo, o los chinos -qué mas da- tienen un proverbio: “Tu enemigo te ennoblece”. Vencer a un adversario hábil, inteligente, valiente e intelectualmente superior, te otorga respeto.
¿Qué honra sigifica humillar a un semiidiota?
Los jueces, fiscales y la nube de periodistas y “analistas políticos” que hicieron su escenita tras el juicio, ni se dieron cuenta del lamentable espectáculo que dieron. Eso dice mucho, ¿o no?
(*) Jueces, fiscales y periodistas que tratan a estos tristes analfabetos como guerrilleros. Metanlos en la carcel, en buena hora, pero haganlo en silencio y con discreción, para evitar públicos papelones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario